Me despierto cada día con más ganas de salir de mí. Todo el tiempo sueño más allá de la realidad, y eso en verdad, me hace doler el alma. Pienso que con esfuerzo, cada meta de mi vida la voy a cumplir. Pero ¿que pasa cuando ya no sabes que hacer? Y no hablo solo de vida, hablo de mí como persona, sobre cómo me relaciono con los demás. No entiendo muchas cosas de las que hago, ni de las que hice. Pero no me quejo, es usual caminar, reír, llorar, y volver a reír.
Estoy dejando muchas cosas atrás sólo para poder superarme y salir de mi pozo actual, porque así me siento. Hundida como de costumbre, pero saliendo como estilo de vida. Demasiados pensamientos que me aturden, demasiados problemas atrás de las cortinas y muchas ganas de olvidar.
El tiempo no nos perdona nada, pero somos dueños del que hacemos con ese tiempo, con esas horas, con quién la pasamos y hacia donde vamos. Es lo único que no me arrepiento, siento que el tiempo no lo perdí, porque hice lo que quise hacer en el momento indicado. Tan sólo hoy puedo decir que con 18 años, me siento libre de meter la pata y después arrepentirme, pero la equivocación es aprendizaje y crecimiento.
Sin embargo, no pierdo mis ganas de seguir soñando. De darle para adelante a pesar de no estar bien, y de alcanzar esa nube.
Ni siquiera meto mis sentimientos en esto, porque aprendí a hacerlo todo sola, la vida es así. A algunos le tocan, y a otros no. Algunos lo buscan, y otros no. Yo estoy en la camada dos. Ya lo entendí, y no pretendo más nada, sólo estar bien conmigo misma.
Y que pase lo que tenga que pasar, y que el tiempo cicatrice las heridas (y acomode todo en su lugar)
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Arrancacorazones.