Mirada que me vuelve imberbe y no me deja pensar en paz.
Dicen que quien no se equivocó en cuestiones así es porque a esta vida vino a ser un cagón.
Tendré las manos frías, pero alguna vez las supe calentar.
Qué noche aquella, la que en tu calor se inundaron mis manos, la que, ilusa y desconocida, me llevó tras tus huellas.
Qué noche esa, que teniendo lleno el vaso nos decía que no bastaba, que necesitabamos de nuestros abrazos.
Qué noches llenas de roscas, las que mirando al espejo deje al asunto darme vueltas, llenarme de vos cada espacio de la cabeza.
Qué noche feliz, al fin, la que llegué viéndome en tus brazos sonreír.
No es lo que está bien y tanto no conozco lo que ronda por tu mente cada vez que me mirás. Siendo esa conocida con la que te relacionas, la que te ayudaba a escojer un regalo para la persona con la que salías, o la minita que duerme con vos cuando querés. Llames como me llames, todavía logro conocerme y sé que reírme de cosas insólitas con vos, es lo que me hace pensar que no tengo que pensar en lo que dicen los demás. Si total, no estoy haciendo nada malo (o eso creo).
Paso días enteros abrazándote, horas seguidas riendome de chistes repetidos y no me canso.
Será que desde que te conocí me pareciste esa persona que siempre hubiera querido conocer. O que resultas ser todo lo que uno espera en algún momento. Seas mi amigo o no, me encanta pasar o desperdiciar tiempo de mi vida así.
No me acuerdo como llegué acá pero ya no sé si quiero volver.
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Arrancacorazones.