Nunca se está preparado para perder a nadie, pero quizás yo sólo necesitaba un rato más con él... un poquito más. Todo me resulta demasiado injusto ¡no tenía que pasar! no se tenía que ir ahora, no.
La muerte de mi papá fué lo más duro que me pasó en diecisiete años, amen de la enfermedad de mi mamá; Todavía es muy reciente para mí, vamos por el séptimo mes y como dije muchas veces, no termino de procesar lo que pasó. Quizás sea por mi edad, y siempre creí que en los sueños nunca se podía morir pero descubrí que sí; una parte de mí murió con él en pleno sueño, en plena felicidad.
Sinceramente creía que todo iba a cambiar, por primera vez en mi vida sentía la felicidad correr por mis venas y mi corazón derrochaba alegría.
Me sumergí en los sentimientos más lindos, y tenía todo lo que había soñado. Mis padres, mi hermano y yo bajo el mismo techo, como cuando éramos chicos. Compartiendo la comida, las series, las películas, las salidas. Levantarme y ver a mi mamá viendo la tele en la comedor, y a mi viejo preparando el mate para ir a atender a los proveedores en la mañana, era lo mejor que me podía pasar. Más allá de las peleas y discuciones con mi hermano, todo era perfecto. De verdad necesitaba un poco más de eso, dos años no me cubrieron los ocho restantes. Todo se viene abajo cuando menos lo crees, y es lo peor de la vida.
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Arrancacorazones.