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sábado, 23 de abril de 2016

Las cosas que pasan.

Me encuentro tomando café en algún punto de la capital, lejos por demás de casa. Sintiéndome tan extraña como feliz (¿feliz?)
He dejado atrás muchas cosas, y acabo de darme cuenta que entre esas cosas había muchas que ni siquiera me daba cuenta que estaban ahí. Quizás lo más importante sea como me siento, y no como se sienten los que me rodean. Suena egoísta, y tal vez por primera vez lo soy, pero que más da. Por una vez en mucho tiempo creo firmemente en algo, y no quiero que esto sea suficiente. No hay  conformación, no hay usuarios de esta vida que lo sean. Quizás sólo deseamos una cosa y esa cosa sea por la cual seguimos adelante.
Entonces, ¿que nos hace mirar atrás? Si no hay nada mejor que estar en cada momento del presente y ni siquiera pensar en mañana. Porque tal vez no existe el mañana, existen muchos hoy. Cada día que pasa es hoy, no ayer ni mañana. Hoy.

Extrañamente te quiero, extrañamente me encuentro sola y pensando en vos. Extrañamente cada noche que te abrazo es interminable e inconformable. Y extrañamente, te elegiría de nuevo. A vos, y creo que no me arrepentiría de mucho. Extrañamente digo porque al fin y al cabo, ninguno se hubiera imaginado esto. Ni eso, ni aquello. Y yo ni siquiera encontrar una persona que me haga sentir bien tan sólo con un abrazo y sentir, o creer, que es real. Así estoy, realmente real.
Las cosas pasan, van y vienen. Me gustan las cosas que pasan.

miércoles, 13 de abril de 2016

Camino.

En el colegio, o en algún lugar que  pisemos alguna vez, deberían enseñarnos verdaderamente que es la vida. O de que se trata y que a la felicidad ano podemos perseguirla y vivir en base a encontrarla.
Vamos a esto: A veces, pensamos que somos "felices", que estamos plenamente llenos de todo eso que deseamos. Cuando estas con las personas que querés, con amigos tirando tu cabeza hacia atrás, tapando tu boca y riendo a carcajadas por un chiste. Pasa el día, y lo terminas con ellos, no hay nada en que pienses en ese momento. Cuando vas ese lugar que te vuelve necio o cuando escuchas a tu banda favorita.
Luego llega la noche y la sonrisa despreocupada se convierte en una inexplicable tristeza, grabada en tu cara como un tatuaje. Quizás si te tocó tener familia, disfrutas una cena con ellos, las risas continúan pero aún así hay algo en vos que no está como a media mañana.
Te acostaste, prendes el televisor para que haga un poco de ruido pero poca es la atención que le prestas. Agarras el celular, y mientras te distraes con alguna app, miras el techo. Algo está pasando.
Dejas el celular, y ya apagaste las luces. Entonces pensas en el día, en la semana y en todas las cosas que te gustaría haber dicho. Eso que tenías que decirle a esa persona y no lo hiciste. Porque quizás sentías miedo, pero en el viaje a casa te diste cuenta que tal vez era la última vez que la veías y no aprovechaste el momento, las horas.
Pensas en todo eso que te da miedo admitir, incluso a vos mismo.
Y es en esas noches, cuando te das cuenta que sos una persona feliz y triste, sos tan extrovertido como tímido, tu rebeldía se asemeja a tu tranquilidad y tú humildad a lo egocéntrico que podrías llegar a ser. Tenés un poco de todo, algo de cada.
Pero sobre todo, te das cuenta que estas vacía, y que te sentís sólo entre medio de tanta gente. Que necesitas un abrazo todo el tiempo, y que llorar a veces sana. Que no importa cuanto te digan que les importas o te quieren, al final de la noche, todos nos encontramos solos tirados en un sillón pensando en nuestra corta vida. Y ese vacío, ese vacío es tan difícil de llenar que a veces nos encontramos sin saber que camino seguir.

lunes, 11 de abril de 2016

Todo el silencio del mar, por tus abrazos.

El viaje en colectivo puede ser, quizás, un momento reflexivo o mucho menos que eso, pero se entiende que pensar a veces significa "reflexión".
El paseo te invita a cerrar los ojos y dejar que el viento te pegue en la cara, mientras tú cabeza vuela a km de acá.
¿que está bien? ¿que está mal? todo es relativo... ¿todo lo es?
Hablamos de relatividad cuando lo menos que pensamos es eso, hablamos de dignidad cuando ni siquiera sabemos cuándo la perdimos, hablamos de amor cuando siquiera quisiste a alguien por más de tres semanas, hablamos de esfuerzo cuando nos quejamos de estudiar un día nublado. Hablamos de tantas cosas, que ya no sabemos de qué hablar.
Y por eso hoy elijo sentir ante pensar o decir. Porque no nos sirve de mucho el tiempo que perdemos pensando mientras la vida sigue su curso, mientras los momentos se extinguen y nos deja atrás con ese sabor amargo.
Pensemos en esas cosas que vivimos, al cabo de un tiempo pensamos en porque no dijimos o hicimos otra cosa. Un tiempo o veinte minutos después. Pero los momentos no se repiten, viví!
Te quiero porque me haces bien, te quiero porque sos todo lo que busqué alguna vez en una persona. Y finalmente te quiero, porque no te puedo querer. Vivamos en eso que no sabemos cómo explicar, quizás esa sea la respuesta.

viernes, 1 de abril de 2016

¡Verte y festejar también!

Volviendo a la tierra, se sabe que eso no va a pasar. Pero nos gusta soñar, ¿sabés? Si uno pierde la capacidad de soñar deja de creer, de crear, de intentar, de aprender, de vivir. Y no quiero perder todo eso solo porque no sos para mí.
Porque a todos nos pasa alguna vez y más de una vez que nos vuelve locos justo la persona con quien tendríamos que conservar la cordura.
Y aunque estoy más cerca de la camisa de fuerza que del alta, te agradezco por haberme devuelto lo que creía perdido: todas mis capacidades. Más que nada la de sentir.
Porque aún sabiendo que no te puedo querer, te quiero, aprecio o como le quieras llamar. Y mientras, seguramente cada noche que dormimos juntos, pensamos en el qué, el cómo y el cuando llegamos a todo, seguimos. No sé porqué. Tampoco me preocupa, ni me importa saberlo.

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