Puedo hacer con tu nombre cualquier cosa:
gritárselo a la noche (aunque nadie entienda el por qué)
susurrarlo (sabiendo que no va a escucharlo nadie)
escribirlo en la arena o en papel (para luego borrarlo, o se lo lleve el mar)
cantarlo (aún sabiendo que nunca nadie lo escucharía)
usarlo en trabalenguas, en refranes y coplas (sólo por el hecho de leerlo y encontrarte ahí);
ocultarlo en un poema cursi como este.
Puedo hacer con tu nombre cualquier cosa inútil con él. Cosas que ni siquiera alguna vez alguién haya pensado.
Lo único que no podría hacer con el, y, qué ironía, es la única cosa que sí me serviría de algo y no me sale: olvidarlo.
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Arrancacorazones.