Observar la manera en la que ríen los niños, en como sus padres los llevan de la mano intercambiando palabras, como la felicidad innata está en ellos es eso que te hace pensar como terminamos todos.
No hay escala entre la felicidad y la infelicidad, pero si hay un camino que te lleva a un lugar u otro.
Tantos recuerdos que se borran con el tiempo (por suerte) y tantos otros que aún permanecen, tantas palabras dichas, tantos abrazos y besos dados, tanto de todo y siempre terminamos en una plaza solitarios como el día en que nacimos.
Salgamos a quemar las veredas, a salvar nuestra delicia de vida. Nada se puede entrometer en eso.
Extrañemos y digamoslo, abracemos con ganas de no soltarlos nunca, respiremos el amor y la amargura, lloremos sin consuelo y riamos hasta que nos duela que de eso se trata la vida.
Esperaría que no te asuste este sitio de sinceridad donde mi corazón vomita su verdad.
sábado, 23 de mayo de 2015
Todo lo demás no importa
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Arrancacorazones.