Tal vez suene ilógico pensar que una persona le puede temer a la felicidad... A eso que nos motiva, a eso que nos hace tan bien! Pero sí, cuando se trata de alcanzar ese bienestar, puede que nos encontremos cubiertos de algo llamado temor.
Casi siempre se produce un propio boicot para no llegar a ese punto. Como una profesía autocumplida. ¿Se entiende? Ni siquiera queremos llegar a ese punto de felicidad, sólo porque sabemos que al final lo vamos a terminar perdiendo de la peor forma: quizás solo sea una forma de ser negativa, o quizás solo necesitamos más seguridad.
Lo único que está en claro, es que a causa de esto nos sentimos prohibidos a disfrutar completamente de ESO que nos hace bien. Desde salir con amigos, a encontrar sentimientos en alguna persona.
Muchas veces, ese ''miedo'' a estar mejor, nos hace perder todo eso que en realidad no sabemos si iba a durar o no, pero que nunca lo sabremos con exactitud gracias a no poder arriesgarnos.
Es pensar que algo o alguién está esperando el preciso momento en el que nos sentimos bien para poner una piedra en el camino, y acabar con todo eso.
La realidad, tal vez sea que somos nosotros mismos quienes alimentamos ese miedo. Y somos nosotros mismos quienes ponemos esas piedras para no dejar pasar a la felicidad. Algunas veces, la felicidad es tanta que logra atravesar esa pared imaginaria que creamos. Pero no se sostiene, y acabamos por perderlo todo.
Todos los días tienen sol y tormenta (si pudieran tan sólo volver a confiar)
Últimamente, llevo una confusión dentro de mí nunca antes lograda. El camino a seguir se nubla, como esa clase de niebla que suele azotar la ciudad a las 3am, pero que casi nunca vemos al amanecer: así me siento. En un amanecer claro dónde casi sin darme cuenta, es cubierta por una niebla que no me deja respirar.
Es inevitable ir para atrás. Es lo único que jamás deberíamos hacer, pero aún sabiendo eso, lo hacemos. ¿Masoquismo? Quizás. O quizás solo sea busscar una forma de resucitar, y volver con más fuerzas a eso que llamamos vida. El llanto nos provoca risas, y la tristeza se convierte en alegría. Pequeñas cosas hace que nos pase eso. Pequeños momentos de felicidad. Sin temor a lo que pueda pasar.
No puedo permitirme ser feliz, sé que todo se termina más rápido de lo que puedo llegar a pensar. Es inútil tratar de cambiar, y confiar en que algo no se va a arruinar.
Necesito algo que me cambie y me vuele la cabeza por algo mejor, algo que sea real.