(...) ¿Cómo podría yo saber lo que usted iba a pensar lo que pensó de mi y que iba a tratar de protegerme?
Yo que estaba ahí para eso, para que lo dejarán irse.
Habia demasiada distancia, demasiadas imposibilidades entre usted y yo; habíamos jugado el mismo juego, no había manera de hacerle comprender (...)
A partir de ahora iba a ser diferente si usted lo quería, a partir de ahora seríamos dos para venir en las noches de lluvia, tal vez así saliera mejor, o por lo menos sería eso, seríamos dos en las noches de lluvia